RELATOS

RELATOS

LA PAZ PERFECTA

Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera en una pintura dibujar la paz perfecta.
Muchos artistas lo intentaron y presentaron sus obras en el palacio del rey, el gran día había llegado.

El rey observo y admiró todas las pinturas, pero solo hubieron dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban  unas plácidas montañas que lo rodeaban.
Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas.
Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenia montañas pero estas eran escabrosas y descubiertas.
Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos.
Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua.
Todo esto no se revelaba para nada pacifico.

Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido.
Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido …

Paz perfecta … el pueblo entero se preguntaba que cuadro elegiría el rey?

El sabio rey escogió la segunda, y explicó a la gente el porque…

«Porque,» explicaba el rey, «Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz.»

Y tú…  ya has encontrado la verdadera paz del corazón, entre tanto bullicio?…

Autor desconocido


LAS TRES REJAS

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice:

– Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…

– ¡Espera!- lo interrumpe el filósofo – ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

– ¿Las tres rejas? -preguntó su discípulo-

– Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

– No. Lo oí comentar a unos vecinos…

– Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad… Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

– No, en realidad, no. Al contrario…

– ¡Ah, vaya!… La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

– A decir verdad, no.

– Entonces. -dijo el sabio sonriendo- si no es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.


EL ASNO DE KUICHOU

(Fábula china)

Nunca antes se había visto un asno en Kuichou, hasta el día en que un excéntrico, ávido de novedades, se hizo llevar uno por barco. Pero como no supo en qué utilizarlo, lo soltó en las montañas.

Un tigre, al ver a esta extraña criatura, lo tomó por una divinidad. Escondido en el bosque empezó a observarlo, después salió de su escondite, permaneciendo sin embargo a una distancia prudente. Un día el asno rebuznó largamente; el tigre, espantado, echó a correr con todas sus fuerzas. Pero volvió para dar una ojeada y pensó que esa divinidad no debía ser muy terrible, después de todo. Habiéndose acostumbrado al rebuzno del asno, fue acercándose a él, sin arriesgarse, sin embargo, todavía al ataque.

Cuando ya creyó conocerlo a fondo, empezó a tomarse ciertas libertades, rozándolo, empujándolo, molestándolo, hasta que el asno ya rabioso, le dio una patada. “Entonces es todo lo que sabe hacer”se dijo el tigre. Y dando un salto sobre el asno lo despedazó y lo devoró.

Pobre asno – Por su porte parecía poderoso, por sus rebuznos parecía temible. Si él no hubiera mostrado todos sus talentos, el tigre feroz no se hubiera atrevido jamás a atacarlo. Pero con su patada, el asno firmó su propia sentencia de muerte.

Liu Dsung-Yuan